miércoles, 6 de marzo de 2013

Ducharse con los ojos cerrados

Tras leer un largo listado de experimentos perteneciente al libro “101 experiencias de filosofía cotidiana”, me he decantado por el de “Ducharse con los ojos cerrados”.



En un principio lo que te hace decantarte hacia un experimento u otro es tu personalidad. Creo que este experimento puede estar en concordancia con la mía, y por eso lo elegí. Los demás me resultaban incoherentes para realizarlos yo, lo que no quiere decir que otra persona no pueda realizarlo correctamente. Es como si este experimento me hubiera elegido a mí, en lugar de yo a él.

Tras leer las sensaciones que produjo el mismo experimento en otra persona me dispuse a realizarlo yo misma, pero pensé que sería interesante dividir este experimento en dos partes: Una primera parte con lo que creo que voy a sentir, y una segunda con lo que una vez realizado el experimento, he sentido.

Sinceramente, en un primer momento pensé que este experimento iba encaminado a ponerte en el lugar de una persona ciega, que tiene que realizar actividades que nosotros consideramos fáciles y cotidianas, pero que para él no lo son tanto.

Con esta mentalidad comencé a pensar que la tarea de ducharse no es tan sencilla y puede resultar peligrosa. Creo que estas personas tienen que tener todo muy ordenado, para ser capaces de distinguir un producto para el cabello de otro para el cuerpo, o muy desarrollados otros sentidos como puede ser el olfato. Así serán capaces de saber con el olor cuál es cada producto. Pero sinceramente, ¿seríais capaces de diferenciar el olor de vuestro champú del de vuestro gel? Creeréis que sí, pero estoy segura que es un no, porque al ver los productos no damos importancia a los pequeños detalles como son su olor, su tacto…

Con todo esto me disponía a ducharme fijándome en los pequeños detalles, a disfrutar del tacto del champú en mi pelo o del gel en mi cuerpo, a disfrutar de la mezcla de olores que ambos formarían en el aire cálido del baño…

Pero una vez realizado el experimento me he dado cuenta que la experiencia va mucho más allá.

Me dirigí a la ducha con ganas y mucha curiosidad. Cuando comencé todo me pareció un poco absurdo y agobiante, pero cuando me propuse no pensar en nada y concentrarme únicamente en el agua deslizándose por mi cuerpo, mi opinión acerca del experimento cambió radicalmente.

Como a todos los seres humanos, me costó cierto tiempo poder huir de mis pensamientos. Esto se debe a que siempre estamos tan preocupados por todo que somos incapaces de desconectar del exterior y tener nuestro propio momento. Ese propio momento tan importante e íntimo que todos necesitamos tener con frecuencia para sentirnos en paz con nosotros mismos y así poder disfrutar de nuestras relaciones con los demás.

Repentinamente, sin darme cuenta, llegó un momento en el que solo oía el agua que tapaba mis oídos. Era incapaz de concentrarme en otra cosa que no fuera el agua. Todos mis pensamientos volaron fuera de mi cabeza. Fueron solo unos segundos, pero os aseguro que me sentí tan realizada que llegue a comprender la finalidad del experimento. Es una sensación que no se puede expresar con palabras, así que os animo a que realicéis uno de los experimentos de este gran libro.


Para concluir, me parece interesante señalar la gran diferencia existente entre lo que creía que iba a sentir y lo que verdaderamente sentí tras realizar el experimento. Es curioso como creí que el experimento iba encaminado a preocuparnos por los demás y ponernos en su piel, cuando la finalidad de este era conectar conmigo misma.  


1 comentario:

  1. ¡Hola amiga! Tras leer tu experiencia he de decir que me encanta cómo la has escrito y cómo la has sentido. Supongo que fue difícil para ti eso de intentar dejar la mente un poco en blanco y sentir cada gota que te iba mojando.

    Yo misma probé esto y me costó muchísimo por lo difícil que es para mi relajarme. La verdad es que me angustió un poco porque no podía parar de pensar en aquellas personas que son ciegas, y me resultó muy complicado ducharme con los ojos cerrados. No paraba de pensar que se me iba a caer algo a los pies o que me iba a hacer daño:( ¡Aunque al final lo logré!

    Bueno, creo que es una buena experiencia y pienso que, aparte de relajar, es una bonita forma de saber como se sienten las personas que ven todo negro. ¡Me ha encantado!

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